Catalina II [
ca-ta-li-na i-i]
(1729-1796)
Emperatriz de
Rusia (1762-1796).
Hija de
un príncipe alemán,
su verdadero nombre era Sofía
Augusta Federica de Anhalt-Zarbst, que cambió
por el de Catalina, al ingresar en la
iglesia ortodoxa. Casó en 1745
con el
gran duque Pedro,
sobrino y
heredero de la
emperatriz Isabel. Pedro III pronto chocó
con su inteligente y
ambiciosa esposa, que aprovechó la impopularidad
del soberano para destronarle
aquel mismo año en
beneficio propio. C. es
uno de los ejemplos
más significativos
del despotismo ilustrado.
Autócrata en la
práctica y en el
fondo de
su ideología,
se permitió
un cierto liberalismo reformista e intelectual;
admiradora de la
cultura francesa, ella
misma practicó
con algún éxito la
literatura y
son muy conocidos
sus contactos
con los enciclopedistas.
Mientras en
política interior procedía a
una reorganización
administrativa del pais y fijaba definitivamente el
régimen social y político que habían preparado
sus predecesores —fortaleció el
poder de la
nobleza y disminuyó el
del clero; agudizó la
dependencia de los siervos—, llevó a
cabo los sueños imperiales de Pedro I, aumentando territorialmente
su imperio, principalmente a
costa de Polonia y Turquía. En 1764 logró que
uno de
sus muchos favoritos, Estanislao Poniatowski,
fuera elegido
rey de Polonia.
Otro de
sus amigos,
Biron, obtuvo el
principado de Curlandia. En
guerra con Turquía (1768), los triunfos rusos fueron aplastantes. En 1774 el
tratado de
paz entre ambas potencias otorgó a
Rusia extensos territorios y fortalezas
del mar Negro y
del de
Azov.
Se benefició
así mismo de los
tres repartos sucesivos de Polonia (1792, 1793, 1795), de los que fue
principal instigadora y gracias a los cuales incorporó a
Rusia importantes zonas de Polonia
oriental,
una parte de Lituania, Volinia, Curlandia y Podolia. Orlov, y
después Potemkin, fueron los favoritos siguientes de la temperamental
emperatriz. El
último dirigió la
conquista de
Crimea y
una nueva guerra contra Turquía, victoriosa
como la
anterior. La
opresión a que
se sometía a los siervos provocó varios levantamientos, el
más importante de los cuales fue el acaudillado en 1773
por el
cosaco Pugachev, que
se hizo
pasar por Pedro II y puso en
jaque,
antes de
ser derrotado en 1775, a los generales imperiales.
También los polacos
se sublevaron
contra la
opresión zarista,
pero Kosciuszko,
su líder, fue finalmente derrotado.
Durante el reinado de C., prosperó la
economía,
tanto manufacturera
como agrícola;
se fundaron nuevas ciudades y
se produjo
un importante impulso cultural, en el que la
emperatriz desempeñó
un destacado
papel.
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